El Santísimo Cristo de la Expiración es obra barroca de gran expresividad y realismo, tallada en 1680 por el escultor sevillano Pedro Roldán. Fue costeado por la hermandad de las Ánimas -probablemente fusionada con la de la Encarnación-. Ostenta un juego de tres potencias de plata, decoradas con rocallas y rayos, ejecutadas hacia 1770 por el platero ecijano Vicente Barreda Marchena; está fijado a una cruz arbórea, que hasta su restauración lucía en sus salidas procesionales junto a un Inri de plata, realizado en Córdoba en 1799.
Vino a Écija, procedente de Sevilla, el 29 de Marzo de 1680, ubicándose en la capilla de las Ánimas de la Iglesia de Santiago. Tanto la Imagen como su retablo pertenecían a la Congregación de las Ánimas del Purgatorio (probablemente fusionada con la de la Encarnación), ya que D. José Pérez de Osuna, honrador del templo y hermano mayor de las Ánimas sufragó el importe de los mismos.
La llegada del Cristo de la Expiración a Écija revistió especial significación, pues según relata el Lcdo. Antonio Ignacio de Luna, el citado 29 de Marzo de 1680, a las cinco de la tarde, cuando el crucificado llegó a la ermita ecijana de Nuestra Señora del Camino “se entoldó el cielo y llovió, no habiendo llovido, como tengo dicho desde el 26 de Diciembre de 1679 a la noche que lo trajeron a esta iglesia”.
La Imagen fue restaurada en 1991 por José Rodríguez Rivero-Carrera. Al levantar la tapa de la espalda que cerraba el cajillo interior del tronco, desajustada y sujeta con clavos por sus bordes, apareció una dificultosa inscripción con el nombre del autor, que confirma la autoría artística de la obra. Afortunadamente, hemos descifrado la leyenda, escrita con barra de grafito, que dice en letra humanística usual, propia de cualquier persona que supiese escribir en esa época: “Pedro Roldan, guarde Dios como desee”.
